Ruta a La Garganta de los Caceros

Ayer, 20 de Abril de 2024, hemos realizado la tercera ruta de senderismo de la Parroquia de Sonseca. ¡La tercera ya! Y tenemos que dar las gracias a Jesús y a Marisol, del grupo de Santa Teresita, por haberlas organizado tan bien y con ese cariño que sale del corazón. ¡Gracias Jesús y Marisol!

Hemos salido desde la Iglesia, a las 9:00, un grupo de veintinueve personas, en coches, hacia el camino del Portachuelo para llegar al Quinto del Moracho, donde dejamos los coches y empezamos a caminar.

Ha amanecido un día precioso, claro, sereno, con una suave brisa, lleno de luz, el cielo azul, temperatura agradable, tiempo de primavera. Pero, sobre todo, un día lleno de la Luz de la Pascua (no me digas que no es verdad).

Primero, todos juntos, hacemos una Oración a Dios y a María (¡para que nos guíen en este día!).

Inmediatamente, todos hemos coincidido en la misma impresión: la belleza del paisaje. Adentrándonos por un camino sinuoso, dejábamos a los lados un campo alfombrado de flores lilas y amarillas, y hierba verde con un pequeño rocío de la mañana. A nuestra izquierda, la vista impresionante de la sierra de los montes de Toledo. Encinas, alcornoques, espinos florecidos cubiertos con un manto de flores blancas.

Observando la belleza natural, vamos hablando unos con otros. Y a nadie se le pasa por alto, de repente, el sonido del discurrir del agua, que pega algunos saltos, nos transmite paz y vida.

El compañero de ruta que te dice: “calla, escucha la música de fondo. El cantar de los pájaros”.

Vemos una pequeña presa casi llena de agua. Hacemos alguna fotos.

Como el transcurrir del tiempo, rápido, hemos llegado a la Casa de los caceros, donde hacemos un pequeño descanso para recuperar fuerzas y comentar la subida. Llegan también algunos grupos de ciclistas a rellenar de agua sus botellas de un chorro limpio que mana de la montaña.

El entorno me ha recordado un trozo de un poema de S. Juan de la Cruz:

Mi amado las montañas

los valles solitarios nemorosos (cubiertos de bosque)

las ínsulas extrañas

los ríos sonorosos

el silbo de los aires amorosos

la noche sosegada

en par de los levantes del aurora

la música callada

la soledad sonora

la cena que recrea y enamora.

… Gozémonos, Amado,

Y vámonos a ver en tu hermosura

al monte y al collado,

do mana el agua pura;

entrémonos más adentro en la espesura.

 Y, ahora, déjame que te hable un poquito al corazón. Hemos compartido gozosamente, un buen rato, un camino exterior precioso. Pero… ¿y, nuestro camino interior? Ese que cada uno va haciendo y no se ve, que es, igualmente, precioso. Sentimos un cierto pudor de contarlo… Pero sé que coincides conmigo en que, qué bonito sería que lo conociéramos, que lo compartiéramos, que nos alegrásemos juntos con lo que hubiera que celebrar y nos consolásemos juntos con lo que hubiera que sufrir. Tener un corazón cristiano, un corazón ilimitadamente bueno. No nos rendiremos… vamos a seguir caminando y, si El lo quiere, nos conoceremos. “Qué os améis como Yo os he amado”.

Una ruta preciosa en un día perfecto de primavera y… ¡en qué bonita compañía!


Texto y fotos: Alfonso

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