
Queridos amigos, como ya quedara establecido años atrás, el primer sábado del mes de octubre la parroquia de Sonseca peregrina al Santísimo Cristo de Urda. Este año con mayor motivo al ser año jubilar, coincidiendo la festividad del Cristo en domingo (último domingo de septiembre día 29).
Se había establecido la salida en autobús de la plaza de la Virgen de los Remedios, a las 15:00 horas. Ahí nos hemos presentado. Éramos cincuenta y cuatro personas. Venían con nosotros don José Carlos, don Ignacio y Darío, un seminarista que estará este año con nosotros, en la parroquia.
He visto en todos caras de alegría, de paz, de esperanza. Había ganas de peregrinar hasta Urda. Llamaba la atención. Me parece que es Cristo mismo quien ha hecho esta convocatoria, y cuando se obedece a Cristo, Él nos da alegría, paz, esperanza, bondad…
Sobre las 15:40 hemos llegado al cruce de la carretera de Ciudad Real con la carretera hacia Urda. Es ahí donde hemos bajado del autobús, para ya hacer el camino a pie; camino de unos 9 Km. En Urda nos uniríamos con más peregrinos de Sonseca que llegarían en coches particulares.
Hacía un día perfecto, despejado, sol y viento que nos daba de espaldas, que rebajaba la sensación de calor. Esto ya nos suena a los que hemos hecho otras rutas de la parroquia: ¡Dios nos lleva en volandas, en brazos!
No ha podido ser ir todos en grupo, esta vez también por seguridad, dado que la cuneta es estrecha y venían coches de frente. Luego había diferentes ritmos y hemos ido desconectados unos de otros. Aun así, éramos pequeños grupos que gozábamos de la marcha y de la conversación, y de la unión que resulta de buscar un mismo objetivo y que este objetivo sea ni más ni menos que encontrarse con Dios. ¡A por ello, hermanos! ¡Dios con nosotros, mayoría absoluta!
Tengo que reconoceros que me ha parecido un grupo fenomenal, increíble, sencillo y pujante de esperanza y deseos de estar con Cristo, de gozar en presencia de la familia parroquial de una tarde entregada a Dios. Estoy seguro de que todos nos hemos dado cuenta de que no había resquicio por donde se pudiera meter la más mínima gota de desgana, desánimo, desaliento. He visto una parroquia de Sonseca viva y con ganas, comprometida, que mete el hombro para llevar la barca a buen puerto. ¡Enhorabuena, hermanos! ¡A seguir! Porque Cristo no defrauda. Arribaremos a nuevos puertos, a nuevas playas, ¡Es Cristo nuestra Esperanza!
Muchos decíais al llegar a Urda que se os había hecho corto el camino, o, al menos, más corto que otras veces (cuando uno está a gusto, hace las cosas con motivación y empuje parece que el tiempo pasa «volando»).
Unos yendo más rápido y otros más lento, al final, a las 17:30 todos estábamos en Urda. Hemos hecho un pequeño descanso en uno de los jardines de Urda. Enseguida nos hemos dirigido a la Ermita.
En el librillo que nos han dado para la Oración de introducción para el Jubileo, viene como título «PEREGRINOS DE LA ESPERANZA». Pues me parece que nos viene que ni al pelo para el grupo de Sonseca que hemos peregrinado el día 5 de octubre a Urda. No creo que nadie que nos hubiera mirado hoy nos hubiera visto lánguidos, tibios y sin esperanza (y, perdón, porque me repito. Pero me ha impresionado).
Los discípulos de Emaús, cuando caminaban hacia Emaús y se une a ellos Jesús, no le reconocen porque les falta ESPERANZA, creían que todo había terminado con la muerte de Jesús. Y, «miraban hacia atrás», volvían a su pueblo, a Emaús. «Pero el que pone la mano en el arado y mira hacia atrás no sirve para el Reino de Dios».
Pues yo hoy no os he visto “mirar hacia atrás”, ¡no!, sino que habéis seguido con la mano en el arado. De verdad que sois un gozo.
Para ganar el Jubileo, nos hemos colocado ante la Puerta Santa de la Basílica (por la que luego pasaremos al Templo). Don José Carlos nos ha leído el Rito de Introducción. Con una imagen nos ha explicado en qué consiste la indulgencia plenaria. Cuando cometemos un pecado es como si claváramos un clavo sobre una tabla. Al confesarnos, quitamos ese clavo, pero queda el agujero. La indulgencia plenaria lo que hace es tapar ese agujero y que la tabla vuelva a estar completa.
Todos a una hemos cantado ¡Qué alegría cuando me dijeron: «Vamos a la Casa del Señor»… Cantado en el patio de la Basílica sin ningún muro a la calle y en un pueblo que no es el nuestro suena ESPECIAL!
Hemos pasado al Templo. Hemos contemplado y orado ante la imagen del Santísimo Cristo de la Vera Cruz, colocado en su Barca. Interiormente era también un momento de Adoración al Señor.
Ha llegado la hora de rezar el Santo Rosario, los misterios gozosos, poniendo también ante Nuestra Madre las necesidades de todos.
Después hemos tenido la Celebración de la Misa, con las Lecturas correspondientes a este Domingo.
Don José Carlos nos ha hablado acerca del matrimonio y la familia. Cómo lo primero en importancia en nuestra vida es Dios. Ponerlo en el centro de nuestra vida y nuestro matrimonio. Lo más importante es Dios. El mundo de hoy quiere hacer desaparecer a Dios, le resulta incómodo. Pero Dios es nuestro Creador, nos ha dado a su Hijo, que ha muerto por nosotros en una Cruz para nuestra Salvación. Y así nos ha rescatado para volver a ser hijos de Dios. Él da sentido a nuestra vida.
Nos ha recalcado la importancia del diálogo en la familia y cómo se está perdiendo. Preguntarnos qué tal te ha ido el día, cómo estás, ¿necesitas algo?, ¿te inquieta algo?, qué puedo hacer por ti… Crecer en el conocimiento mutuo y en la relación de amor en la familia.
No ver a los hijos como una carga que no me dejan hacer lo que se me antoja, irme de fin de semana, de vacaciones, tener más dinero para gastarme… Los hijos son una bendición de Dios; y el sacrificio y la entrega nos elevan en el amor, lo purifican y hacen fuerte.
No podemos dejar de resaltar la participación en la Misa del coro S. Juan Pablo II. Otro gozo, como siempre.
Terminada la Celebración, nos hemos hecho una nueva foto de grupo ante la Puerta Santa.
Los discípulos de Emaús reconocieron al Señor al partir el pan. Entonces Él desapareció de su vista; y ellos se volvieron a Jerusalén para contar a los Apóstoles lo que les había pasado… Para ya siempre «mirar hacia adelante con ESPERANZA», con alegría y fuerza renovadas. Fue su «segunda Conversión», volver a Dios, a sus preceptos y a Su Palabra. Y fueron testigos de lo que habían visto y oído…
Ahora nos toca a nosotros, nuestra segunda Conversión, «mirar siempre hacia adelante con esperanza», y ser TESTIGOS.
Un abrazo, de corazón. ¡Sois increíbles! Y os esperamos en la siguiente.