
El pasado domingo 1 de septiembre de 2024, la parroquia de Sonseca vivió un momento especial con la celebración de la Santa Misa de bienvenida a los nuevos sacerdotes, don Ignacio y don Luis. La ceremonia, presidida por el párroco don José Carlos, estuvo impregnada de un profundo sentido de gratitud y esperanza, mientras los feligreses se congregaban para recibir a los nuevos sacerdotes que tomarán el relevo de don Eduardo y don Sergio, quienes desde ahora atenderán las parroquias de Castillo de Bayuela y Mazarambroz, respectivamente.
En su homilía, don José Carlos comenzó dando gracias a Dios, recordando que la eucaristía es ante todo una acción de gracias. Agradeció de manera especial la vida y el ministerio de don Eduardo y don Sergio, quienes, durante varios años, compartieron su fe y su dedicación con la parroquia de Sonseca.
Nuestro párroco destacó que la llegada de don Ignacio y don Luis no es simplemente un cambio rutinario, sino que representa un auténtico regalo de Dios para la parroquia. “Nos llegan como un regalo caído del cielo, como un regalo de Dios y de su Iglesia”, afirmó don José Carlos, quien expresó su alegría y esperanza ante esta nueva etapa. Los fieles, cada uno de nosotros, según el párroco, somos la verdadera riqueza de la parroquia, sustentada por la generosidad y la colaboración de todos sus miembros, un valor que ha sido fundamental para mantener viva la parroquia a lo largo de los años.
Uno de los hitos más recientes de la parroquia es la creación de la Capilla de Adoración perpetua, un espacio sagrado donde más de trescientas veinticinco personas se comprometen a pasar una hora o más en oración ante el Señor, manteniendo una presencia continua las 24 horas del día. Don José Carlos subrayó la importancia de este compromiso, señalando que, aunque a veces pueda resultar difícil encontrar tiempo, la fidelidad en la oración es una fuente de fortaleza espiritual para toda la comunidad. “La riqueza sois vosotros”, recordó el párroco.
Con ocho años de servicio en Sonseca, don José Carlos aprovechó la ocasión para dar gracias a Dios a cada uno de los feligreses, desde los más jóvenes hasta los mayores, incluyendo a los monaguillos y seminaristas que han formado parte de la vida parroquial. En un tono cálido y cercano, expresó su gratitud por todo el apoyo recibido y por el camino compartido hasta ahora, enfatizando que todos ellos ocupan un lugar especial en su corazón.
Además, don José Carlos mencionó con orgullo que la parroquia cuenta con cinco coros, algo poco común en otras comunidades. Estos coros, que compiten amistosamente por ofrecer el mejor canto para la mayor gloria de Dios, son un ejemplo del entusiasmo y la devoción con que los fieles de Sonseca participan en la vida litúrgica.
Don José Carlos, quien tiene una amplia experiencia en misiones, comentó que la vida parroquial en Sonseca es intensa y llena de actividad, comparándola con el ritmo vibrante de las misiones. “En la parroquia de Sonseca no te aburres”, afirmó, añadiendo que, aunque hay días en los que se termina extenuado, la satisfacción y el gozo por el trabajo realizado son inmensos. Esta entrega total, explicó, es la esencia del sacerdocio: dar la vida por la Iglesia y por la parroquia, siguiendo el ejemplo de Cristo hasta el último suspiro.
Don José Carlos también reflexionó sobre la importancia de servir a Dios con sinceridad y sin reservas. Hizo una llamada a todos los files a amar al Señor con un corazón íntegro, alejándose de la hipocresía y la falsedad, y buscando siempre la santidad. “No queremos que el Señor diga de nosotros lo que decía de los fariseos: ‘vuestro corazón está vacío’”, advirtió, instando a los fieles a vivir su fe con autenticidad y a demostrar su amor a Dios a través de la caridad y el servicio a los demás.
El amor a Dios continuó, se manifiesta en el amor mutuo, en el deseo de ayudarse y caminar juntos, especialmente hacia los más pobres y necesitados. Comparó la vida parroquial con un equipo deportivo, donde todos deben esforzarse por dar lo mejor de sí mismos, confiando en la intercesión de la Virgen de los Remedios y del beato Fray Gabriel, mártir que entregó su vida en Japón por el Evangelio. Ambos, afirmó, guiarán a la comunidad en esta nueva etapa, enseñándoles a dar la vida día a día, gota a gota, por Cristo y su mensaje.
Tras la Santa Misa, la comunidad tuvo la oportunidad de conocer a los nuevos sacerdotes en un sencillo refrigerio. Durante este encuentro, don Ignacio y don Luis pudieron saludar personalmente a los sonsecanos, quienes los recibieron con los brazos abiertos, mostrando su entusiasmo y apoyo para esta nueva etapa que comienza.
Texto y fotos: Nicanor