Fiesta del beato Fray Gabriel de la Magdalena

En Sonseca hemos celebrado con gran devoción la festividad en honor del beato Fray Gabriel de la Magdalena, uno de nuestros más insignes paisanos. Los actos comenzaron el pasado lunes 2 de septiembre por la tarde con la Santa Misa de vísperas en la iglesia parroquial. Tras la ceremonia religiosa, los fieles se reunieron en los salones parroquiales, donde don Raúl Tinajero pronunció el pregón oficial de la fiesta, destacando la importancia de esta celebración para el pueblo.

El día central de la festividad fue el martes 3 de septiembre, con la celebración de la Santa Misa en honor al beato, a la que asistieron las autoridades municipales, miembros de la cofradía y el coro parroquial. En su homilía, el párroco don José Carlos resaltó el impacto de Fray Gabriel en la vida espiritual de Sonseca, afirmando que «estaba seguro que Fray Gabriel tiene mucho que ver con las vocaciones en Sonseca y la vida espiritual de la Parroquia, incluida la Capilla de Adoración Perpetua. El beato Gabriel no deja de interceder por su pueblo desde el cielo«.

Posteriormente, los sonsecanos recorrieron las calles del pueblo en una procesión solemne acompañada por la banda de música local, mostrando una vez más la gran devoción que profesan a su beato.

Fray Gabriel: un ejemplo de servicio y fe

Gabriel Tarazona Rodríguez, quien tomó el nombre religioso de Fray Gabriel de la Magdalena, nació en Sonseca en octubre de 1567, en una vivienda cercana a la iglesia parroquial. Hijo de Pedro Tarazona e Isabel Rodríguez, fue bautizado en la parroquia local el 22 de octubre de ese mismo año y confirmado en la fe católica el 16 de junio de 1571. Antes de dedicarse a la vida religiosa, Gabriel estudió y ejerció la medicina, campo en el que destacó por su habilidad y entrega al servicio de los demás.

A los 30 años, Gabriel decidió dejar su carrera médica e ingresó como lego en la orden franciscana, en la rama alcantarina de la provincia de San José. Movido por su espíritu piadoso y su firme deseo de servir a Cristo y a los más necesitados, se unió a las misiones que la orden organizaba en territorios lejanos. Así, emprendió su primera misión en Filipinas y, más tarde, continuaría su labor en Japón, entregando su vida al cuidado físico y espiritual de los enfermos.

Su labor misionera en Filipinas y Japón

Fray Gabriel de la Magdalena formó parte de un grupo de misioneros que partieron de Sevilla en junio de 1601 rumbo a Filipinas, donde llegó en mayo de 1602. Durante su estancia en el archipiélago, trabajó incansablemente en el cuidado de los enfermos, utilizando sus conocimientos médicos y su fe cristiana para aliviar el sufrimiento de las comunidades locales. Su dedicación y entrega dejaron una profunda huella tanto en los fieles como en los misioneros con los que colaboraba.

A principios de 1606, fue destinado a Japón, donde prosiguió su misión en los hospitales de Osaka. Allí, Fray Gabriel continuó curando a los enfermos mientras predicaba el Evangelio. A pesar del creciente peligro para los cristianos, su labor fue tan destacada que incluso se llegó a rumorear que podría ser nombrado médico personal del emperador, quien, a pesar de su persecución contra los cristianos, reconocía la calidad de su trabajo.

La persecución y el sacrificio

En 1613, Japón endureció las políticas de persecución contra los cristianos, ordenando la expulsión de todos los misioneros. No obstante, Fray Gabriel decidió quedarse en el país, ocultándose para continuar su labor espiritual y médica en la clandestinidad. Se refugió en Nagasaki y sus alrededores, donde, pese al constante peligro de ser arrestado, siguió atendiendo a los enfermos con la misma dedicación y valentía que lo caracterizaba.

La fama de Fray Gabriel como médico y misionero continuó creciendo, y su legado de fe y sacrificio se ha mantenido vivo a lo largo de los siglos. Hoy, los habitantes de Sonseca, su lugar de nacimiento, honran su memoria con fervor y respeto, celebrando año tras año su festividad. Las recientes festividades han vuelto a poner de manifiesto el profundo respeto que los sonsecanos sienten por su beato, cuya vida y sacrificio siguen siendo una fuente de inspiración y fe para la comunidad parroquial.

Texto: Nicanor
Fotos: Salva Peces de S.

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