Con los visigodos en Los Hitos de Arisgotas

El pasado sábado, 18 de enero de 2025, la parroquia de Sonseca ha realizado la primera ruta de este nuevo año 2025. Es un año jubilar, para volver nuestra mirada a Dios y unirnos más a Él.

Nos hemos reunido en la iglesia de Sonseca, temprano, a las 9:00. En coches, hemos ido hasta Casalgordo, para empezar la marcha desde allí. Somos veinticuatro caminantes. Viene con nosotros Darío, el diácono.

Entramos en la ermita de Casalgordo para poner el día en manos de nuestra Madre, que ella nos ayude y acompañe siempre. Le pedimos por nosotros, nuestras familias, nuestra parroquia, por Pilar… «Bendita sea tu pureza, y eternamente lo sea, pues todo un Dios se recrea en tu graciosa belleza… Mírame con compasión, no me olvides, Madre mía.

 Nos hacemos una foto del grupo. Empezamos a caminar.

Son las primeras horas del día; un día de invierno del mes de enero. Nos da el aire fresco en la cara y en las manos. Pero el Señor siempre nos recibe con alegría, no quiere que nos falte la esperanza. Nos da un día totalmente despejado, lleno de sol, lleno de luz, un cielo de azul intenso (mira las fotos y verás lo que te digo). Caminando, la temperatura es perfecta. Jesús nos vuelve a regalar unas condiciones envidiables para hacer la ruta. ¡Cómo te quiere y te cuida el Señor!

Quizás, también hayan tenido algo que ver unos amigos, que nos iban a recibir en Arisgotas, para mostrarnos algo de cómo vivían, dónde, cuáles eran sus afanes. Que hayan intercedido al Señor para regalarnos tan bonito día. ¡Esos amigos a los que me refiero son los visigodos! Porque ellos nos han abierto sus puertas y nos han dejado conocer algo de su legado. Ya les hemos visitado en San Pedro de la Mata, en la cárcel visigoda de Ajofrín y, ahora, en los Hitos de Arisgotas.  Y nos han dicho que aún tienen más puertas abiertas para nosotros. Nos esperan, con alegría y con una fraternal acogida.

A la salida de Casalgordo, tomamos un camino hacia el sur, hacia Arisgotas, de buen trazado, llano, fácil para andar. Se respira un ambiente festivo, de paz y calma, para convivir. Volvemos a hablar de la actualidad, de política, situaciones personales, proyectos, de alguna vez que hemos pasado por allí en otro tiempo, en bicicleta.

Después de tres o cuatro Km. hemos girado a la izquierda. El camino se ha vuelto más estrecho, empinado, con muchas piedras. El esfuerzo y la buena temperatura nos hace desprendernos de bufandas, gorros, guantes.

Nos hemos encontrado con algún agricultor recogiendo la aceituna. Es el tiempo de la cosecha. El Señor nos ha dado árboles que producen fruto.  ¡Qué bueno es tener siempre una oración de agradecimiento!

¡En tornos a las once hemos llegado a los Hitos de Arisgotas! donde nos han recibido llenos de gozo nuestros anfitriones, los visigodos. Nos han mostrado lo que allí queda, los restos de un tiempo pujante en que algunos se establecieron ahí, al ser ruta de paso entre dos importantes ciudades como eran Toledo, que fue capital del reino visigodo, y Córdoba. Primero fue un palacio de finales del S. VI, una construcción similar a Santa María del Naranco, en Oviedo. Después, ya en el S. VII al VIII, fue transformado en un conjunto monástico, con una iglesia de una sola nave y cabecera recta abovedada. El piso inferior se convierte en una cripta funeraria con enterramientos. Contamos con casi un centenar de tumbas. Nos encontramos con la zona religiosa de una villa de época visigoda vinculada a la corte de la sede real.

Será ya en los Siglos IX al XI, en su última fase de ocupación -de época andalusí-, con grandes cambios en el espacio, se cierran los antiguos espacios visigodos. El piso superior del palacio se utiliza como un espacio habitado y el inferior como establo. La iglesia se transforma en mezquita. Todo en un valle, próximo a dos arroyuelos, a los pies de la sierra de Yébenes.

Nuestro anfitrión, después de mostrarnos esas construcciones, no quiere dejar de pasar por alto tres hechos relevantes, sobre los que insiste con vehemencia, como queriéndonos enseñar algo importante para nuestro transcurrir en la vida, como, sin duda, haría un amigo de verdad.

Y nos habla de un año, el 589; de un rey, Recaredo (del que creo que hoy en Toledo sólo queda una calle, el paseo de Recaredo, que sube hasta la puerta del Cambrón); de un concilio: el III Concilio de Toledo, donde el rey Recaredo se convirtió del arrianismo al catolicismo; y, con él, todo el pueblo visigodo. Convertíos, convertíos al Señor; volved a sus caminos y a sus mandatos. Hemos buscado y encontrado la Verdad, el sentido a nuestras luchas y afanes. Él nos bautiza con el Espíritu Santo. El que camina hacia Él no queda defraudado. Hemos de encontrarnos en el Cielo, en paz, en armonía. Y perseverar, no abandonar. El que persevere se salvará.

Insiste nuestro anfitrión. Dice que ellos convivían con los hispanorromanos, que seguían la religión católica; de forma que, al pasar ellos del arrianismo al catolicismo significó una mayor unidad entre los dos pueblos, con matrimonios ya también entre visigodos e hispanorromanos. Quiere destacarnos la unidad; un hecho por el que merece la pena nuestras luchas y desvelos. «Qué todos sean uno como Tú y Yo somos uno, para que el mundo crea que Tú me has enviado». El camino a Dios se hace mejor en compañía, en unidad, en amistad sincera y veraz. «Ante todo, mantened entre vosotros una ferviente caridad, porque la caridad cubre la multitud de los pecados». No es fácil. Hay que luchar y contar con la Gracia.

Pero aún me insistió en otra cosa. En esta ocasión, en una atmósfera de emoción contenida y profunda intimidad. Nos habló de San Hermenegildo, que fue hermano de Recaredo, el rey. Hijos ambos del rey Leovigildo.

Aunque tuvo sus defectos, algunos de ellos muy importantes, murió por defender la fe católica, siendo decapitado por no querer recibir la comunión del arrianismo. Murió mártir un día 13 de abril, día en que se celebra  su santo. Fue canonizado en 1585. Y nos habla de la santidad, de la unión con Dios. Todos sabemos que la santidad, alcanzarla es muy difícil, pero que es muy bueno pensar que lo podríamos ser dándonos Dios la mano. Hay que enamorarse de Dios, amarle sobre todas las cosas. ¿Cómo? Conociéndole, tratándole!

No tengo ninguna duda que todos nos hemos quedado prendados de «nuestro anfitrión». ¡Qué delicadeza, qué dulzura y tacto, qué entusiasmo, qué ganas de ser UN AMIGO!

En los Hitos hemos rezado el Ángelus. Hemos recuperado fuerzas. Nos hemos hecho una foto de grupo con las ruinas visigodas de fondo. Hemos emprendido el camino de vuelta. Sobre las 12:45 hemos llegado a Casalgordo. En su ermita hemos rezado la Salve. En tus manos Madre, hacia el encuentro de tu divino Hijo.

Como siempre, gratitud a Dios, a los que lo han organizado.

Un fuerte abrazo

 

Fotos y texto: Alfonso

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