El pasado sábado 23 de noviembre, celebramos en nuestra parroquia de Sonseca el retiro mensual, que en esta ocasión giró en torno a una de las narraciones más significativas del evangelio de san Juan: el encuentro de Jesús con la samaritana. En este retiro hemos seguido profundizando en el libro El desafío de la fe de don César Franco, cuyo propósito es explorar los encuentros entre Jesús y diversos personajes del evangelio.
Comenzamos con una introducción de nuestro el párroco, don José Carlos, quien destacó cómo este relato evangélico interpela directamente a cada creyente y cómo el desafío de la fe consiste en la decisión personal de acoger o rechazar a Jesús en la propia vida. La samaritana, al igual que cada persona, enfrenta un dilema: reconocer a Cristo y abrirse al agua viva que ofrece, o permanecer atrapada en las búsquedas insaciables que plantea el mundo.
Jesús, el agua viva que sacia toda sed
Don José Carlos ofreció tres claves para oración personal. La primera, la petición de Jesús a la samaritana: «Dame de beber». Este momento revela la intención de Jesús de acercarse a la mujer no solo para satisfacer una necesidad física, sino para sanarla interiormente. Jesús busca encontrarse con cada uno de nosotros para curar nuestras heridas, cansancios y vacíos. «Jesús nos dice: ‘Te quiero, déjame curarte. Tengo sed de ti.’ ¿Le entregamos realmente nuestra vida? ¿Correspondemos a su amor?».
La segunda clave abordó la promesa de Jesús sobre el agua viva: «El agua que yo te daré salta hasta la vida eterna». En el diálogo, la samaritana expresa su deseo de recibir esa agua que sacia toda sed, una sed que simboliza el anhelo humano de felicidad y plenitud. Este pasaje recuerda que solo el amor de Dios puede llenar el corazón humano y que, al beber de este amor, se supera la insatisfacción que el mundo no logra calmar.
Finalmente, la reacción de la samaritana tras su encuentro con Jesús. «Venid a ver», exclama al regresar a su pueblo, invitando a otros a conocer a aquel que transformó su vida. El párroco subrayó que, aunque el testimonio de la samaritana inicia la conversión de los demás, es el encuentro personal con Jesús lo que lleva a una verdadera fe. «También nosotros estamos llamados a anunciar la buena noticia, pero desde nuestra propia experiencia con Él».
Oración y celebración en comunidad
Tras la meditación, los asistentes tuvieron un tiempo de encuentro personal con Jesús en la Eucaristía, permitiendo que cada uno dialogara con Él sobre su propia sed espiritual. Este momento de recogimiento, inspirado en el diálogo entre Jesús y la samaritana, buscaba abrir los corazones a la sanación y al amor divino. A continuación, el retiro concluyó con el rezo del rosario.
La jornada coincidió con la celebración de la Solemnidad de Cristo Rey, con la que se marca el final del año litúrgico. En la misa solemne, don Ignacio, en su homilía, recordó la esperanza que trae consigo la venida final de Cristo para establecer su reino eterno. «No debemos temer, porque el amor triunfará», aseguró, exhortando a los fieles a vivir con alegría, gratitud y generosidad, dejando que Cristo reine en sus vidas, familias y comunidades. La celebración fue enriquecida por la participación de la Banda de Música de Sonseca y la Coral Parroquial, que interpretaron piezas litúrgicas en honor a Cristo Rey y a Santa Cecilia, patrona de los músicos, cuya imagen presidía el altar.
Una experiencia que fortalece la fe
El retiro de este mes reafirmó su importancia para la vida parroquial, que fomenta el espíritu de familia en la parroquia, que todos se sientan acogidos y animados a crecer en su relación con Dios.
Texto: Marta
Fotos: Salva