
Durante el último fin de semana de octubre de 2025, un grupo de 40 peregrinos de nuestra parroquia, acompañados por nuestro párroco, D. José Carlos, emprendimos la peregrinación a Valladolid con tres objetivos muy claros: crecer en la fe, fortalecer la comunidad y descubrir nuevos lugares.
Crecer en la fe
Comenzamos el sábado con la Eucaristía en la parroquia de San Lorenzo, donde se venera la imagen de la patrona de Valladolid. Tras un pequeño paseo a orillas del Pisuerga, por la tarde visitamos la Basílica de la Gran Promesa, templo expiatorio nacional y centro difusor de la espiritualidad del Sagrado Corazón de Jesús.
Allí, ante Cristo expuesto en la Eucaristía, nos consagramos a su Corazón tras una breve meditación y un rato tranquilo de oración en el lugar en el que Jesús se apareció al Beato Padre Bernardo de Hoyos siendo muy joven. A él le hizo la promesa: “Reinaré en España y con más veneración que en otras partes”. A partir de ese momento Bernardo se convirtió en un apóstol incansable del amor del Corazón de Cristo. Nosotros nos comprometemos como él a dar testimonio del amor de Dios en nuestros ambientes.
Hacer comunidad
Estos días fueron también una oportunidad para fortalecer los lazos de fraternidad entre los miembros de la parroquia. En cada comida compartida, en los paseos, en el autobús y en los momentos de oración, experimentamos que nadie se queda solo cuando se camina junto a los demás en la fe. Crecimos como comunidad que se conoce, reza, comparte y se alegra unida.
Visitar nuevos lugares
El domingo celebramos la Misa en la parroquia del Salvador y, a continuación, disfrutamos de una visita guiada por Valladolid, que nos permitió conocer su historia y patrimonio. Durante el tiempo libre del fin de semana, algunos peregrinos visitaron el Museo Nacional de Escultura, que alberga algunos de los impresionantes pasos procesionales de Semana Santa, mientras que otros los pudimos ver en las iglesias donde se custodian habitualmente.
Dos días intensos y llenos de gracia que nos ayudaron a renovar la fe, fortalecer la amistad y descubrir la belleza de nuestra Iglesia viva. Damos gracias a Dios por todo lo vivido y por seguir caminando como comunidad peregrina tras los pasos de Cristo.
Texto y fotos: Marta










