
El pasado sábado 5 de abril de 2025, en una mañana que amaneció nublada pero que pronto se transformó en un día precioso en todos los sentidos, 150 niños de nuestra parroquia, acompañados por casi todos los catequistas, nuestro vicario D. Luis y Darío, el diácono que este año camina con nuestra comunidad, en tres autobuses emprendimos la peregrinación hacia Toledo con motivo del Jubileo de niños y catequistas.
A las 11 de la mañana llegamos al Paseo de la Vega, donde nos recibieron jóvenes voluntarios para darnos las pañoletas identificativas y los estandartes con la imagen de la Virgen que nos iban a organizar en tres grupos. Fue allí donde comenzamos a experimentar con fuerza el gozo de pertenecer a la Iglesia, al vernos rodeados de cientos de niños y niñas, adolescentes y catequistas venidos de tantas parroquias y pueblos de toda la diócesis, convocados por nuestro pastor, el Arzobispo de Toledo, para celebrar juntos este Jubileo.
Desde la Puerta de Bisagra iniciamos nuestra peregrinación hacia la Catedral Primada. Ascendimos por la calle de las Armas, en un ambiente de alegre esfuerzo y con el sol acompañándonos. Las calles toledanas se llenaron de vida: más de 1500 niños y 400 catequistas daban testimonio público de su fe. Muchos visitantes se detenían a mirarnos con una sonrisa; no pasábamos desapercibidos. Junto a nosotros caminaban también seminaristas y nuestros sacerdotes, pastores que, con su presencia cercana, nos animaban a seguir avanzando.
A las 12:30 h celebramos la Santa Misa en la Catedral, presidida por el obispo auxiliar D. Francisco César, y concelebrada por D. Ángel Rubio, obispo emérito de Segovia —muy querido en Toledo—, junto a un nutrido grupo de sacerdotes. La liturgia fue realzada por los coros parroquiales de Sonseca (San Felipe Neri) y Pantoja.
Durante la homilía, se nos recordó que estábamos en nuestra casa, la iglesia madre de toda la diócesis. Se nos animó a pedir juntos la paz al pie de la Virgen María, confiando en que las oraciones de los niños, especialmente queridas por el Corazón de Dios, llegan con fuerza al Cielo. Se destacó la riqueza de la Iglesia, reflejada en la presencia de sacerdotes, consagradas, padres, catequistas y niños, todos unidos por la misma fe.
El obispo nos exhortó a acoger el Jubileo como un tiempo de gracia, un regalo para dejarnos abrazar por la misericordia del Padre, y a crecer en nuestra amistad con Jesucristo. Nos recordó las palabras de San Juan Pablo II: “¡Abrid de par en par las puertas a Cristo!” Asimismo, tuvo palabras de gratitud hacia los catequistas y las familias, por su entrega generosa y su compromiso en la transmisión de la fe.
Tras la celebración eucarística, nos dirigimos al Seminario para comer y disfrutar después de una tarde de juegos, música, bailes y magia, gracias al entusiasmo y dedicación de los seminaristas y jóvenes voluntarios. El grupo Valivan ofreció una animación catequética muy especial, acercando a los niños el sentido de la Cuaresma a través de canciones y marionetas, contando las parábolas del hijo pródigo y la oveja perdida.
Tras un día fantástico, volvimos todos a casa llenos de la alegría de pertenecer a la Iglesia y dispuestos a ser testigos de Jesús.
Texto y fotos: Marta