Gratitud y emoción en la Santa Misa de despedida de don Eduardo

El domingo 25 de agosto de 2024, los sonsecanos se congregaron en la iglesia parroquial para una misa de acción de gracias, como despedida de don Eduardo, que ha estado con nosotros desde su ordenación sacerdotal en 2019. A la Santa Misa acudió un gran número de sonsecanos para expresar su gratitud a un sacerdote tan querido y cercano. La misa, que comenzó a las 8 de la tarde, fue presidida por don Eduardo, quien estuvo acompañado en el altar por el párroco don José Carlos, los diáconos Juan Pablo y Germán, y un grupo de seminaristas y monaguillos.

La ceremonia contó con la presencia de la familia de don Eduardo, que se acerdaron desde Consuegra para estar con su hijo en este momento tan emotivo. Además, participaron activamente los sonsecanos que han trabajado estrechamente con el don Eduardo en diversas actividades parroquiales, como la Escuelita de María y  el club de monaguillos y la catequesis. Los cantos del coro de Jóvenes de la Inmaculada acompañaron la liturgia, añadiendo un toque de cariño y de solemnidad

Un ministerio marcado por la gratitud y el crecimiento

Durante la homilía, don Eduardo centró su mensaje en la importancia de la gratitud, tanto hacia Dios como hacia la parroquia que lo ha acogido y apoyado en estos años. Recordó con especial énfasis los momentos difíciles que vivió junto a nosotros, como la pandemia y la tormenta Filomena, situaciones que, aunque desafiantes, le permitieron experimentar el amor y la solidaridad de los fieles. Mostró su agradecimiento especial a los sacerdotes con los que ha compartido este tiempo, destacando cómo fueron su guía y ejemplo cruciales en su formación continua como sacerdote.

Don Eduardo subrayó la importancia del aprendizaje pastoral y espiritual que ha adquirido en la parroquia, desde su llegada como diácono hasta su ordenación como sacerdote con tan solo 23 años. Expresó que ha sido en esta parroquia donde ha aprendido lo que significa ser un verdadero pastor, no solo a través de las actividades diarias, sino también mediante el contacto cercano con los feligreses, quienes le han enseñado el valor de la entrega generosa. Este vínculo se evidenció en la disposición de muchos a ayudarle con su traslado a sus nuevas parroquias en Castillo de Bayuela y Cardiel de los Montes.

Un legado de misericordia y servicio

En su homilía, don Eduardo también compartió su experiencia en el confesionario, un lugar que, según sus palabras, ha sido fundamental en su configuración como sacerdote. Explicó cómo ha pasado largas horas en este sacramento, en las que no solo ha podido brindar misericordia a los fieles, sino que también ha encontrado un espacio de contemplación y conexión profunda con Dios. Describió con detalle la vidriera de uvas que se ve desde el confesionario, un elemento que, para él, simboliza la fructificación espiritual que ha experimentado durante su ministerio en la parroquia.

Antes de finalizar, don Eduardo pidió perdón por cualquier ofensa que pudiera haber causado durante su tiempo en la parroquia y solicitó a los fieles que continuaran rezando por él en su nueva misión pastoral. Pidió especialmente la intercesión de la Virgen de los Remedios, del Beato Fray Gabriel de la Magdalena, cuya imagen presidía el presbiterio en el marco de la novena que se celebrará en estos días y de don Martín.

Un adiós con esperanza y gratitud

Al término de la misa, una representante de la parroquia dirigió unas emotivas palabras a don Eduardo, reflexionando sobre la posibilidad de encontrar alegría en una despedida, cuando esta se vive como una acción de gracias a Dios por la vida, el sacerdocio y la amistad del sacerdote. Como muestra de afecto y agradecimiento, la comunidad le entregó varios regalos simbólicos, entre ellos una medalla de la Virgen de los Remedios y una imagen del Corazón de Jesús, junto con un donativo para sus futuras necesidades en las nuevas parroquias.

La tarde concluyó con un refrigerio ofrecido por la parroquia, donde los fieles pudieron acercarse personalmente a don Eduardo para despedirse y expresarle sus mejores deseos en su nueva etapa pastoral. La emotividad del encuentro reflejó el profundo cariño y respeto que Sonseca siente por su sacerdote, quien deja un legado de servicio, misericordia y amor en los corazones de todos aquellos con quienes compartió estos años.

Texto: Marta

Fotos: Marta y Salva

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